LESIÓN EN LA RODILLA…

¿POR QUÉ LOS OTROS SE RECUPERAN Y TÚ NO?

Entre los deportistas, las lesiones de rodilla son de las más temidas, ya que en muchas ocasiones el tiempo de recuperación es largo, especialmente si se ha lesionado algún ligamento. Pero también hay un gran temor debido a que algunos deportistas, después de una lesión de rodilla, “no vuelven a ser los mismos”.

Las lesiones de rodilla son muy frecuentes, sean esguinces o roturas de ligamentos, pero en su inmensa mayoría se recuperan perfectamente, ya que la calidad de la cirugía y la rehabilitación son excelentes actualmente.

¿Por qué entonces hay casos de algunos deportistas y no-deportistas que DESPUÉS DE UNA LESIÓN DE RODILLA NO CONSIGUEN RECUPERARSE TOTALMENTE… “no vuelven a ser los mismos”?

En mi experiencia, cada vez que me he encontrado con una rodilla que ha sufrido algún tipo de daño y tiene dificultades en su recuperación, SIEMPRE ha habido OTRAS LESIONES o DISFUNCIONES antecedentes en OTRA ZONA DEL CUERPO, que influencian o sobrecargan la actividad de la rodilla recientemente lesionada.

La rodilla es una articulación peculiar que soporta grandes solicitaciones, por cargar no sólo con el peso corpóreo, sino por el impacto y la potencia generada en los saltos y las caídas. Además, debido a su estructura, está constantemente solicitada en traslación antero-posterior y lateral. De hecho, es sorprendente la estabilidad que mantiene ante este tipo de fuerzas, al tiempo que una elasticidad y armonía perfectas en movimiento, claro está, siempre que esté en fisiología, es decir, que funcione bien.

¿CÓMO PUEDE AFECTAR A LA RECUPERACIÓN DE LA RODILLA UNA LESIÓN PRECEDENTE?

En caso de que una rodilla no consiga recuperarse adecuadamente después de una lesión, tendríamos que empezar a considerar que HAY ALGO MÁS INVOLUCRADO, a parte de la rodilla, otro “problema” que interfiere en su actividad y su normal capacidad de recuperación. Muy frecuentemente, ese otro “problema” se halla en una estructura músculo-esquelética o nerviosa cercana (p.e. en la cadera), pero también puede estar en una zona alejada (p.e. el músculo diafragma, músculo principal de la inspiración a nivel torácico):

1. A qué nos referimos con INFLUENCIA ESTRUCTURAL o MÚSCULO-ESQUELÉTICA:

Cuando caminamos, corremos o, simplemente, estamos de pie, nuestra pierna funciona como un todo. Las tres articulaciones principales: cadera, rodilla y tobillo, actúan en sincronía, es decir, coordinadamente en cualquier movimiento en el que se involucre el miembro inferior. SI EXISTE UNA DISFUNCIÓN O UNA LESIÓN EN UNA DE LAS TRES ARTICULACIONES, LAS OTRAS DOS SE “ADAPTARÁN”, COMPENSANDO EN LO POSIBLE para poder realizar el movimiento en manera más eficaz. Pero si ya existe un problema anterior a la lesión de la rodilla en articulaciones, huesos o musculatura de la pierna, podría suponer una sobrecarga excesiva y poner en serias dificultades la recuperación de nuestra rodilla.

Además, esta “sobrecarga” de tipo estructural no sólo sucede en caso de disfunciones o lesiones de zonas anatómicamente cercanas a la rodilla, sino que podría perfectamente depender de otras estructuras más alejadas, especialmente si repercuten en la estabilidad o equilibrio de la postura, como en casos que alteran la posición de la columna dorsal o problemas cervicales que generan una postura de anteversión o de inclinación de la cabeza.

2. INFLUENCIA NEUROLÓGICA

El Sistema Nervioso Central (SNC) es quien “decide” el tono de base de la musculatura de todo el cuerpo, condicionando directamente nuestra postura, tanto en la estática como en la dinámica deportiva.

Los nervios que llevan esta información de tono muscular proveniente del SNC, y que llegará a la musculatura a nivel periférico, salen de la columna lumbar para casi toda la musculatura de la parte anterior de la pierna, mientras la parte posterior de la pierna está inervada de los nervios sacrales.

Por este motivo, UNA DISFUNCIÓN EN LA COLUMNA LUMBAR O EN EL SACRO, PUEDE ALTERAR SIGNIFICATIVAMENTE EL TONO (Y CON ELLO LA DINÁMICA Y LA POSTURA) DE TODO EL MIEMBRO INFERIOR. La alteración de este tono de base incide en la coordinación entre la musculatura agonista y antagonista de la pierna, modificando, de esta manera, la estabilidad, la dinámica y la armonía del movimiento de nuestra rodilla. Esta des-coordinación podría no sólo ser el motivo por el cual la rodilla no consigue recuperarse con normalidad después de una lesión, sino que también podría ser aquél por el cual se lesionó, sobretodo en las lesiones que se producen sin que haya un golpe o caída importante, sino mientras el deportista realiza, incluso sin adversario, UNA ACCIÓN HABITUAL que ha realizado anteriormente en innumerables ocasiones, PERO ESTA VEZ sin saber porqué “…SE LE FUE LA RODILLA”.

¿QUÉ TIPOS DE LESIONES PRECEDENTES SUELEN INFLUIR EN LA ACTIVIDAD DE LA RODILLA?

No es posible generalizar, porque nunca hay dos casos totalmente iguales, pero algunos de los ejemplos más comunes de lesiones precedentes que pueden afectar a la recuperación de la rodilla lesionada son:

  • esguinces importantes o recurrentes en el tobillo de la misma pierna
  • fracturas precedentes en algún hueso de la misma pierna
  • antecedentes de problemas relativamente importantes en la musculatura de la pierna como roturas en el cuádriceps, biceps femoral o gemelos de la misma pierna
  • problemas articulares en la cadera homolateral, como bursitis o incluso pubalgia.
  • y antecedentes de lumbalgias (dolor de espalda lumbar), sacroileítis (dolor en la articulación sacro-iliaca), o lumbo-ciatalgias que afecten a la misma pierna

Y ENTONCES ¿QUÉ DEBO HACER PARA RECUPERAR DEFINITIVAMENTE MI RODILLA?

Lo primero que nosotros haríamos es llevar a cabo una evaluación osteopática, para estudiar:

  • La situación local de la rodilla,
  • La situación del resto del miembro inferior
  • La situación en general, todo el cuerpo

con el objetivo DE INDIVIDUAR Y TRATAR LAS ÁREAS EN DISFUNCIÓN QUE PUEDAN ESTAR INCIDIENDO en la actividad y, por tanto, en la recuperación de la rodilla lesionada.

Una vez tratadas las estructuras implicadas en la “no-recuperación” de la rodilla, comprobado que dichas estructuras responden fisiológicamente a los test osteopáticos y físicos en que anteriormente fallaban, y que la funcionalidad de la rodilla se está recuperando adecuadamente, el atleta estaría en condiciones para iniciar GRADUALMENTE la actividad deportiva.

A este punto recomendaríamos el seguimiento por un especialista en la RECUPERACIÓN FUNCIONAL DEL GESTO TÉCNICO.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE “RECUPERAR” LA FUNCIONALIDAD DEL GESTO TÉCNICO?

Cuando nos enfrentamos a una rodilla que no ha conseguido recuperarse según los “tiempos y protocolos habituales”, podemos estar seguros de que LA DINÁMICA DEL PASO, DE LA CARRERA Y DEL SALTO HAN SUFRIDO UNA ADAPTACIÓN, es decir, se ha modificado en mayor o menor medida desde que se produjo la lesión. El osteópata puede “RESTABLECER” la dinámica fisiológica de las estructuras que estaban en disfunción, pero el atleta deberá RE-APRENDER A SENTIR Y A CONTROLAR SU PROPIO CUERPO en este nuevo recuperado equilibrio.

La memorización o automatización del gesto deportivo, desde un simple salto hasta el más rocambolesco dribling de un jugador de futbol, sucede gracias a una combinación de muchos gestos automatizados a nivel del Sistema Nervioso Central, a nivel de la médula espinal y, muy probablemente, también desde la tensegridad de las estructuras musculares y faciales del cuerpo (1). Este fenómeno de automatización nos permite “pensar en otra cosa” mientras nuestro cuerpo lleva a cabo movimientos altamente sofisticados y encadenados casi sin darnos cuenta. No obstante, los automatismos se pierden si no los entrenamos; siguen la ley de la plasticidad neuronal del use it or loose it…(2) y, además, se modifican si los hacemos durante mucho tiempo “de otra manera”.

La parte positiva de este mecanismo de plasticidad es que nos permite corregir la técnica deportiva en caso de haberla automatizado mal (error técnico), pero también puede suceder que se adquiera un defecto técnico sin desearlo, por tener que adaptar el gesto deportivo a un déficit de fuerza, flexibilidad o libertad articular, como por ejemplo intentando entrenar, competir o incluso caminar con una rodilla aún no recuperada. Por esto es importante confirmar que la dinámica de nuestro gesto técnico deportivo sea adecuada, lo que nos llevará no sólo a evitar sobrecargas inútiles, sino incluso mejorar el rendimiento deportivo.

En otro post hablaremos un poco más sobre las alteraciones del gesto técnico debidas a viejas lesiones… ¡no dejes de seguirnos!

(1) Schleip, R. et al. Fascia: The Tensional Network of the Human Body: The science and clinical applications in manual and movement therapy, 1e. Churchill Livingstone, ELSEVIER (2012).
(2) Doige, N. Il cervello infinito. Adriano Salani Editore, Milano (2007).