La Constitución de la OMS dice: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades… Y dice algo también muy importante: que la salud mental no es sólo la ausencia de transtornos psicológicos, sino «… un estado de bienestar en el que la persona realiza sus potencialidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad. En este sentido positivo, la salud mental es el fundamento del bienestar individual y del funcionamiento eficaz de la comunidad».
Y esto nos afecta a todos, puesto que se estima que el 63% de las enfermedades pueden ser producidas por estilos de vida predisponentes (OMS, 2008). Tenemos, además, una amplia evidencia de cómo el estrés prolongado, las experiencias traumáticas, los conflictos no resueltos, o una forma de ver el mundo y vernos que nos produce infelicidad, pueden predisponer a mayores riesgos cardiopáticos, inmunológicos, digestivos, de dolor crónico… (Cohen y cols, 1993, 1995, 1998; Salovey y cols, 2000). De modo que actualmente está plenamente aceptado en medicina que el estado psicológico influye sobre la salud general de la persona.
Pero la influencia se da también de lo físico a lo mental. Se ha demostrado en neurofisiología que un “problema corporal” puede ser la causa de una dificultad psicológica o emotiva, como p.e. la depresión (Ministerio de la Salud. Manual de Codificación, cap. 5.1.3.), o influir en que la persona tenga dificultades para resolver o afrontar eficazmente problemas de su vida. Todo esto evidencia que no podemos separar nuestro funcionamiento corporal de nuestra experiencia personal. En el pasado, fisiólogos como Carl Lange y filósofos como Spinoza, ya lo dijeron. En la actualidad, la investigación en neurofisiología lo confirma. Y reconocidos neurólogos como Antonio Damasio, con su Teoría de los Marcadores Somáticos, y Bud Craig, con su Modelo Homeostático de Conciencia, lo han divulgado ampliamente. Podemos, por tanto, afirmar que, de acuerdo a los principios de las osteopatía, todo es uno.